Sitios curiosos para leer y extrañas posturas lectoras

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En el marco de nuestra campaña 23 Días de ‘libro’ (#23díasdelibro) os ofrecemos un recorrido por algunos lugares peculiares donde leer y os mostramos una selección de curiosas posturas lectoras
imagen cartel 23 dias de libro
Leer es una de las actividades que puedes hacer casi en cualquier sitio. Afortunadamente en las sociedades desarrolladas, como la nuestra, la lectura ocupa un lugar destacado y es habitual, además de muy agradable, ver a la gente leyendo en diversos lugares, incluso en espacios poco habituales. El hogar, las bibliotecas, el transporte público, una cafetería, la playa o una sala de espera de un hospital son algunos de los sitios más frecuentes donde los lectores encuentran un refugio ideal, pero por fortuna la lectura cuenta con otros muchos espacios donde manifestarse. Hoy queremos ofreceros, para celebrar estos 23 Días ‘de libro’, un repaso por algunos de los lugares más curiosos en los que es posible coger un libro y ponerse a leer:

Lecturas perrunas
Foto del Shelter Buddies Reading Program
En Estados Unidos, una vez al mes un grupo de niños de entre 6 y 15 años visita las instalaciones del refugio de animales Humane Society de Missouri con un libro debajo del brazo. Sentados frente a las cabinas de los perros abandonados, comienzan a leerles un cuento. La iniciativa se llama Shelter Buddies Reading Program externo y su objetivo es que los animales se relajen y adquieran habilidades para adaptarse a su nuevo hogar cuando sean adoptados. Y parece que funciona: la lectura ayuda a estos perros a disminuir el estrés con el que llegan al refugio, ya que la mayoría han sufrido experiencias traumáticas.

En este caso la lectura sirve de terapia para los perros, pero también hay experiencias a la inversa, como la que ofrece el Programa Perros y Letras externo (R.E.A.D. España) donde se trabaja para mejorar las habilidades de lectura de los niños, su motivación y confianza, de una manera peculiar: leyendo libros a unos perros muy especiales que están siempre dispuestos a escuchar sus historias. El programa R.E.A.D. está presente en 15 países como Estados Unidos, Sudáfrica, Finlandia o Holanda y desde hace 16 años también en nuestro país.

Jardines y parques ‘de libro’
En 2011 la Secretaría de Cultura de México lanzó una nueva iniciativa: los Paralibros externo. Pequeñas bibliotecas que, atendidas por mediadores de lectura profesionales, fueron instalándose en espacios públicos ofreciendo una selección de libros, además de revistas, diccionarios y manuales. Su objetivo: acercar de forma gratuita la lectura a las comunidades. El proyecto, lanzado en el marco del Programa Nacional de Salas de Lectura, buscaba la instalación de 320 Paralibros por todo el país. Desde entonces estos espacios, con una estructura similar a las paradas de autobús, han ido ocupando parques, museos, zoológicos, plazas, jardines o centros de recreación y cultura, haciendo más accesible la consulta de libros y el préstamo domiciliario de obras, y desarrollando en ellos actividades de fomento de la lectura como talleres o espectáculos de narración oral.

Leer en la pelu
Aunque las peluquerías son espacios donde frecuentemente se suele leer, lo curioso es utilizarlas como lugar para animar a que los más pequeños lean. Y es lo que ha hecho Courtney Holmes, un peluquero de Iowa (Estados Unidos), que decidió poner en su establecimiento una mesa con una selección de libros infantiles y ofrecer a los pequeños clientes un corte de pelo gratis a cambio de que leyeran un libro.

Bibliogaritas en la Patagonia argentina
Esperar el autobús leyendo un libro no parece especialmente curioso, pero si lo hacemos en una parada en medio de la Patagonia argentina la cosa cambia ¿no? Y más si esas paradas se han pintado y decorado para la ocasión. El año pasado en el Barrio de Astra, una pequeña localidad patagónica del municipio Comodoro Rivadavia, se inauguraron cinco bibliogaritas gracias al impresionante trabajo de la Biblioteca Popular Astra externo y de un grupo de artistas locales, encabezados por Cristina Morales, que pintaron murales decorativos. Los que pasen por estos interesantes puntos de lectura, y no solo los que esperan la llegada del autobús, pueden leer alguno de los libros que componen la colección, llevárselo a su casa y devolverlo cuando termine, pedir algún título o donar algún libro.

Lecturas callejeras
El proyecto Downtown Book Boxes externo en Huntsville (Alabama) o las máquinas dispensadoras de libros en las calles de Panamá son solo dos de los muchos ejemplos que existen en todo el mundo de movimientos destinados a que los libros tomen las calles.

En el primer caso, se trata de una iniciativa inspirada en el programa Pequeña Biblioteca Libre y desarrollada gracias al apoyo del Ayuntamiento de Huntsville y de la Biblioteca Pública del Condado de Huntsville-Madison. Downtown Book Boxes ha logrado transformar bastidores de prensa antiguos, de los que se usan en Estados Unidos para adquirir periódicos en la calle, en preciosas y coloridas cajas decoradas por artistas locales llenas de libros que se colocan en las calles para que quien quiera los coja de manera gratuita.

Las ajetreadas calles de Ciudad de Panamá también se están llenando de libros gracias a la iniciativa de la librería El Hombre de la Mancha, que desde hace unas semanas ha instalado varias máquinas expendedoras de libros de la empresa española Vending Books en diferentes puntos de la ciudad. Desde hace algunos años esta original forma de vender libros ha llegado a muchos países de todo el mundo y se pueden encontrar en estaciones, aeropuertos y otros muchos puntos neurálgicos de varias ciudades. En algunos casos estas máquinas se colocan no con el fin de vender libros, sino de facilitar el acceso gratuito a ellos, como la campaña lanzada el pasado verano por la aerolínea JetBlue externo, que colocó tres máquinas de libros gratuitos para niños en lugares muy concurridos de Washington D.C.

Bibliotecas ambulantes o peculiares espacios dedicados a la lectura
En este caso más que sitios curiosos donde podemos leer, mostramos formas peculiares de acercar los libros a los lectores. Al clásico y asentado bibliobús le han ido saliendo multitud de “imitadores” con el objetivo de llevar la lectura a lugares de difícil acceso. Las posibilidades son casi infinitas: biblioburro, bibliobici, bibliocamello, bibliomoto, biblioelefante, bibliobote…

Imagen de Ideabox
Nos parece especialmente destacable el proyecto de Bibliotecas sin Fronteras externo y sus Ideas Box externo, un kit de lectura para personas que viven en situaciones especialmente dramáticas, como los refugiados y otros colectivos vulnerables. Se trata de un paquete desmontable que, en solo 20 minutos, se transforma en una biblioteca que funciona como centro de información para estas poblaciones. El paquete contiene 15 tabletas, 4 portátiles con conexión satélite a internet, 250 libros, 50 e-readers con libros electrónicos y MOOC para que puedan continuar con su educación. Burundi, Jordania, Líbano o Ruanda son algunos de los puntos en los que ya se han instalado estas bibliotecas de “emergencia”, a los que desgraciadamente se han ido sumando algunas ciudades de Europa ante la reciente crisis de refugiados.

También ha proliferado la creación de pequeñas bibliotecas en lugares no concebidos para ello. Ejemplos variados e ingeniosos, como las bibliocabinas situadas en la Rambla de Palma de Mallorca, antiguas cabinas telefónicas en desuso que el colectivo Arquitectives convirtió en mini-bibliotecas siguiendo la estela de otras iniciativas para el intercambio de libros desarrolladas en Reino Unido y Estados Unidos; bibliotecas construidas con contenedores, como la que realizó en Johannesburgo (Sudáfrica ) el estudio Architects of Justice cuando el proyecto en el que trabajan se quedó sin fondos; la bibliofalla infantil Mossén Sorell-Corona dedicada al fomento de la lectura que pudo verse este año en Valencia; el proyecto Pequeña Biblioteca Gratuita, una iniciativa vinculada al bookcrossing pero que también da importancia al espacio donde se depositan los libros que cualquiera puede coger, generalmente buzones de correos en forma de casita que suelen ubicarse casas particulares o exteriores de las instituciones públicas; los bibliotrenes, entre los que encontramos diversidad de tipos, como el Bibliotrén de Curitiba (Brasil), el Bibliotren bala de Akishima (Japón), o el “Literacy Express”, un bonito vagón de tren de 1954 convertido en un maravillosos espacio para leer instalado en la ciudad canadiense de Hamilton, concretamente en Keith, uno de sus barrios más deprimidos; o la bucólica Biblioteca del Bosque ubicada en las faldas de la Montaña de Baekyang, en Corea del Sur, donde se encuentra una especie de cabina telefónica de gran tamaño en cuyas repisas hay unos 300 libros que cualquier visitante puede coger y leer al aire libre mientras escucha el trinar de los pájaros.

Cubierta del informe Reading in the mobile era
El teléfono móvil, un aliado para acceder a la lectura
Desgraciadamente, hay millones de personas que no leen porque no tienen acceso a los libros. Ante esta grave situación, que no solo viven los países en vías de desarrollo, el teléfono móvil aparece como una alternativa viable para acceder a la lectura. Según un informe publicado hace un par de años por la UNESCO titulado Reading in mobile era externo (Leer en la era móvil), 6.000 millones de personas tienen acceso a teléfonos móviles. En países con elevadas tasas de analfabetismo, donde el acceso a los textos impresos es muy limitado, mucha gente lee libros e historias completos en las pantallas de sus teléfonos móviles porque es mucho más asequible que comprar un libro impreso. Esta idea, la de hacer accesible la lectura en lugares donde los libros son especialmente inaccesibles, es la que lleva tiempo impulsando y apoyando la ONG Worldreader externo. Gracias a sus teléfonos y con el acceso que Worldreader proporciona a una biblioteca de unos 28.000 libros digitales gratuitos y en diferentes lenguas, millones de personas de los países menos desarrollados tienen la oportunidad de leer y pueden hacerlo en cualquier lugar.

agendaeditorial posturas«Postureo» lector
Tumbado boca abajo o boca arriba, sentado en una cómoda silla con las piernas cruzadas o en el suelo como los indios, de rodillas, de pie cuando esperas a que llegue el metro, conduciendo mientras escuchas un audiolibro… Cualquier postura es buena para leer, pero queremos darte más ideas para que sigas practicando la lectura de una manera confortable. Así que nos hacemos eco de una entrada publicada en la web Ebook Friendly externo donde se recoge una selección de posturas lectoras en dibujos y viñetas. Estas infografías te ayudarán a leer durante horas e impedirán que tu cuerpo se distraiga cuando leas.

En este ingenioso y divertido repaso visual por el “postureo” lector también encontrarás cómo encarar la lectura veraniega de manera exitosa en 6 pasos y medio, un sugerente Kama Sutra lector, un repaso por las posturas que adoptamos cuando leemos en la cama, diferentes opciones para sentar en un sillón orejero con un libro entre las manos o incluso la traducción a posturas lectoras de algunas de las grandes obras de la literatura universal.

Para acabar te sugerimos que cojas un libro, te vayas a un sitio que te apetezca, te pongas cómodo y… ¡A leer!

Fuente: Observatorio de la Lectura y el Libro

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