Guillermo Corbacho, de Baltasara, sugiere que «como escritor deje su ego de lado, relea, reescriba y corrija mucho. Que no caiga en temas trillados ni en lo explicito o el morbo para llamar la atención del lector. Que no se deje llevar por lo mucho que haya leído y tenga voz propia».
«Como dijo el arquitecto Mies Van Der Rohe: «MENOS ES MÁS». A veces un texto claro y sencillo puede ser más interesante que uno muy complejo que termina perdiendo el hilo de la idea», agrega y explica que «la elección del material a publicar es una tarea delicada»: «Estamos apostando con nuestro capital y nuestro nombre. Este es un dato no menor que tiene que tener un autor cuando presenta su material, tiene que estar a la altura del riesgo que va a tomar el editor al publicarlo».
En tanto, Paola Lucantis dice que suele «recomendar bajar el nivel de ansiedad y trabajar más las novelas» porque advierte que «en general a las primeras novelas que llegan a un editor les falta muchísimo. Hay un montón de gente que está haciendo clínicas, que hace talleres, correcciones».
La editora y librera subraya que es importante que el autor «no crea que porque terminó en un Word, esa novela está terminada» porque reconoce que «probamente le falte un año de corrección, un año de que alguien con criterio de lectura la lea, alguien en quien confíe, que genere idas y vueltas de devoluciones, que tenga una corrección formal y paciencia».
«Veía que había mucha ansiedad y una suerte de desformalización de la escritura entonces hay muchos escritores que dicen ya esta la novela y no, suele necesitar trabajo. Son pocos los casos en los que una novela viene super bien escrita pero en general en esos casos trabajaron un año, año y medio mínimo, en leer, tener devoluciones, cambiar puntos de vista», recuerda de su etapa al frente de Tusquets.
«Es un trabajo llegar a un bien texto, en general llegan super verdes y muy apurados por publicar. Después se encuentran con la realidad de la cantidad de libros que ya tienen contratados las editoriales y que no pueden publicar porque los tiempos se van alargando. Eso es un circuito difícil porque los planes editoriales están acotados, los tiempos de espera para publicar son largos y te juega en contra la ansiedad. Hay que entender la realidad de los contextos editoriales, trabajar muchísimo las novelas para que lleguen un editor ya sólidas», agrega.
Como autora, Noemí Frenkel sugiere «hacer tripas corazón, tener muchísima paciencia» y define su ese tiempo de circulación del manuscrito que fue luego «Cuerva» como «un proceso angustiante, tortuoso, como tirarse al vacío». «Mandas el manuscrito y pasan seis meses y no tenés novedades. Es muy difícil entender cuál es el panorama y la dificultad para publicar. Hay que insistir, confiar en el material e imaginar que va a aparecer la persona que va a confiar y se va a producir ese encuentro. Pero hay que hacerlo circular, insistir, mandar a concursos, aceptar devoluciones, ir fortaleciendo esa confianza en el material», remarca.