En el marco de un intercambio informal e ingenioso en Twitter, el escritor español Arturo Pérez-Reverte sostuvo que no está de acuerdo con los criterios de acentuación de la palabra «solo», al responder a un mensaje de la cuenta de Real Academia Española (RAE), institución en la que es académico desde hace 18 años.
La polémica comenzó cuando una usuaria consultó a la cuenta de la RAE en Twitter, @raeInforma, si existe alguna excepción a la norma que rige la acentuación de la palabra y la institución se mostró inflexible: «El uso de la tilde en la escritura del adverbio ‘solo’ no está justificada y nuestra recomendación es no escribirlo nunca con tilde».
El debate lleva años sin solucionarse y la norma de la RAE no satisface a todos: muchos son partidarios de tildarla cuando la palabra equivale al adverbio «solamente» para evitar malentendidos.
Al ver el intercambio, Pérez- Reverte intercedió desde su cuenta para dejar en claro que él también integra el grupo de los «tildistas»: «Soy de la RAE (desde hace 18 años y por ahora) y escritor profesional, y sí recomiendo usar la tilde en ‘sólo’ cuando sea necesario. Que a veces lo es, para mayor eficacia y claridad. Porque una cosa es la teoría, y otra darle a la tecla cada día.»
Después, ante la consulta de otro usuario por su postura, respondió con un mensaje en clave de juego de palabras: «Sólo opino que no estoy solo cuando escribo sólo con tilde, lo que hago sin complejos cada vez que lo necesito; algo que, como escritor profesional que soy, me ocurre a menudo. A mí me enterrarán con las tildes puestas, demostrativos pronominales incluidos, que ésa es otra».
No es la primera vez que el escritor da batalla desde su cuenta en la red social para defender su criterio de acentuación. En el caso de los pronombres demostrativos «este», «esta», «estos» y «estas», la norma de la RAE es no tildar nunca, mientras que Reverte recomienda hacerlo.
El escritor sigue fiel a la normativa anterior que prescribía el uso de tilde diacrítica en el adverbio solo y en los pronombres demostrativos para distinguirlos, respectivamente, del adjetivo solo y de los determinantes demostrativos, cuando en un mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podía generar ambigüedad.