Se trata de una colección de dos mil quinientos títulos considerados obscenos y guardados bajo llave hace más de un siglo, que finalmente serán compartidos con un público más amplio.
La contribución de Roger Pheuquewell, burlón pseudónimo, a la serie de novelas eróticas del siglo XVIII, que imaginaban el cuerpo femenino como una tierra que debía “ser arada”, se encuentra entre la colección de libros de la “Private Case” (Caja Privada) de la Biblioteca Británica (British Library), una colección de alrededor de títulos obscenos guardados bajo llave por más de un siglo, que finalmente serán compartidos con un público más amplio.
Publicados por primera vez en la década de 1740, los libros de Merryland eran escritos por distintos autores y casi todos ellos describen la anatomía femenina con la metáfora de una tierra madura para la explotación.
Thomas Stretzer, que murió en 1738, era el autor, entonces anónimo, de Una nueva descripción del país de la alegría (A New Descritpion of Merryland), que en una edición de 1741 se atribuyó a un tal Roger Pheuquewell. En el libro, el autor describe su “instrumento” como “de un radio considerable… segundo de nadie”, y escribe sobre cómo “a decir verdad, la naturaleza de suelo es muy extraña, de modo que si un hombre toma un poco en su mano, causará (por así decir) un delirium inmediato, y hará que se caiga de boca al suelo, por lo cual, si no tiene cuidado, podría perder un miembro, atrapado en semejante confusión”.
Junto a un directorio del siglo XVIII en que figuran trabajadoras sexuales del área de Covent Garden, en Londres, y la obra violentamente erótica del Marqués de Sade, los libros de Merryland se encuentran entre los 2.500 volúmenes (más otra cantidad similar de documentos) de la colección “Caja Privada” de la Biblioteca Británica. Esos títulos fueron digitalizados y publicados online por el editor Gale: ahora forman parte de un archivo para la investigación académica sobre sexualidad y género.
“Básicamente, en la oficina del bibliotecario había una serie de armarios que databan de la década de 1850, en los que estaba guardado bajo llave el material que se consideraba inapropiado en plena época victoriana, habitualmente debido a su carácter obsceno, es decir casi todo lo que tuviera que ver con el sexo”, dice Maddy Smith, curadora de las colecciones impresas. “Esto siguió ocurriendo durante todo el siglo XIX, y en el siglo XX, hasta la década del sesenta, cuando las actitudes hacia la sexualidad empezaron a cambiar”.
Los criterios de clasificación de «obscenidad» victoriana perduraron hasta la década de los 60 del siglo XX.
La colección empieza en 1658, con el libro Raras verdades: el gabinete de Venus abierto, y sus secretos revelados. El doble sentido era deliberado, según Smith. Además, la colección incluye 40 copias de la novela del siglo XVIII Fanny Hill o de una mujer de placer, de John Cleland, considerada la primera novela pornográfica escrita en inglés; un relato de las aventuras sexuales de un caballero llamado Walter en la Inglaterra victoriana, Mi vida secreta, y Memorias de Dolly Morton, novela de 1899 sobre las aventuras eróticas de una mujer cuákera en el sur de Estados Unidos, antes de la guerra civil.
Tenely o El otro lado de la medalla, que es parte de la colección, cuenta la trágica relación entre un joven francés y una pianista húngara. La autoría del libro ha sido atribuida a Oscar Wilde y a miembros de su círculo a fines del siglo XIX. “Hoy en día estamos más acostumbrados a la erótica, y a la ficción, en general, incluyendo personajes y tramas homosexuales, pero en el pasado esto era escandaloso”, dice Smith. “Teleny es una de las primeras obras de ficción erótica gay en inglés, y fue particularmente escandalosa en su momento”.
La lista de Harris de las Damas de Covent-Garden, por otra parte, es un directorio de bolsillo del siglo XVIII en que figuran las trabajadoras sexuales de Londres con nombre y dirección: “Señorita Sp-nc-r, No 35, Newman Street”— y además incluye información sobre los atributos físicos de las mujeres: La señorita Sp-nc-r “nunca es tan buena compañera como cuando se la anima con un poco del jugo de uva”.
De una Señorita Fr-m, de Berwick Street, advierte que “tiene más o menos 19 años, tez clara, ojos azules… alta y de contextura elegante, con senos bien formados y erguidos, que mantendrán su lugar sin la ayuda de ningún soporte”. Sus “partes de abajo”, agrega, “se adaptan convenientemente a cualquier tamaño”.
“Prácticamente todas estas obras han sido escritas por hombres, y para hombres. Es lo que uno podía esperar, pero en retrospectiva, eso es lo que escandaliza, hasta qué punto todo está dominado por hombres, la falta de una presencia femenina”, dice Smith.
La colección Private Case ha estado disponible al público en la colección de libros raros de la Biblioteca Británica desde los años sesenta, pero el proyecto de digitalización con Gale implica que los títulos ahora están disponibles para un público mucho más amplio, por medio de la suscripción a bibliotecas e instituciones de educación superior, o en las salas de lectura gratuita de la biblioteca en Londres y Yorkshire. “Es el impulso final para volverlos completamente accesibles”, dice Smith.
Adrian Edwars, director de patrimonio impreso en la biblioteca, ha dicho que la colección “ofrece una perspectiva extraordinaria en muchas facetas de la sexualidad humana durante un período de al menos tres siglos. Al digitalizar esta colección, esperamos que esto haga adquiera mayor visibilidad y disponibilidad que antes”.
Fuente: The Guardian / V.A.
Nota publicada por Clarín